25 de diciembre de 2010

Las empresas, un blanco fácil para las filtraciones

La divulgación de comunicaciones diplomáticas de WikiLeaks debería servir de advertencia a las empresas más grandes: ustedes podrían ser las próximas.

Desde hace años, los expertos informáticos han advertido la amenaza que representan los empleados descontentos y los custodios de seguridad mal organizados, que tienen demasiado acceso a datos confidenciales. La última filtración demuestra que no hay ningún obstáculo para que el WikiLeaks pueda o quiera usar los mismos métodos para revelar los secretos de las corporaciones más poderosas.

Como WikiLeaks afirma que tiene documentos incriminatorios de un importante banco estadounidense -posiblemente el Bank of America-, ahora hay una nueva urgencia por reforzar la seguridad de la información dentro de las compañías.

Lo que está en peligro son los secretos más íntimos de las empresas: e-mails, documentos, bases de datos y sitios web internos supuestamente sellados al mundo exterior. Las empresas crean registros de cada una de sus decisiones, ya se trate del desarrollo de nuevos productos, de la intención de realizar nuevas adquisiciones, de combatir leyes, de frustrar a sus rivales o de permitir a sus ejecutivos que vendan acciones.

Aunque tecnológicamente es fácil para las empresas limitar el acceso de sus empleados a determinada clase de información, muchas corporaciones no lo hacen. Y pese a la mejor de las intenciones, los errores y los accesos pueden ser inadvertidamente grandes, especialmente cuando las redes internas se tornan más complejas debido a las reorganizaciones y las fusiones.

Aun cuando la tecnología de seguridad cumpla con su función, de poco sirve cuando alguien que tiene legítimo acceso decide delinquir.

Todo lo que un empleado con acceso adecuado necesita para filtrar secretos es un pendrive barato. Los empleados se vuelven delincuentes todo el tiempo por ego, para dejar expuestas las hipocresías, por venganza o por codicia.

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